Ayer el Congreso avaló por casi unanimidad -la misma que condeno los ataques a la libertad religiosa y a las minorías cristianas hace unas fechas-, la intervención militar española en Libia.
Son muchos los que se interrogan por las diferencias y similitudes entre esta guerra y la de Irak, para deducir el giro copernicano -¿o no?- entre aquel desgarrador 'No a la guerra' y este 'Si a la guerra en Libia' con el silencio complaciente de todo aquel mundo del cine y la cultura acompañando al Sr. Zapatero en esta ocasión.
Es cierto que el Consejo de Seguridad de NN.UU. ha aprobado la Resolucion 1973 que avala una determinada intervención. Pero lo ha hecho gracias a la abstención de Rusia y China entre otros países, lo que quiere decir que esta guerra es legal, legitima y moral porque esos países con su abstención lo han permitido.
Dicho de otra manera: países que se caracterizan por la ejemplar defensa de los derechos humanos como los citados (sic), resultan ser los garantes de la legitimidad y moralidad de las acciones bélicas en el mundo internacional: me permitirán que ni mi conciencia ni mi razón se plieguen fácilmente ante este argumento.
Me hubiera sentido mas confortado si se hubiera invocado el derecho a la "injerencia humanitaria", concepto acuñado por Juan Pablo II para justificar intervenciones militares de los Estados cuando se violan flagrantemente los derechos humanos de la población por parte del país primariamente obligado a respetarlos y garantizarlos.No ha sido el caso y ahora ya estamos en guerra, legal, legítimamente y moralmente. Lo han dicho Rusia y China y punto.
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